Desde muy muy jóvenes, con C soñábamos con una familia, con un montón de hijos. Nunca hubo ni siquiera la necesidad de la charla con la decisión. Venía intríseca a nosotros mismos, supongo que fruto de la educación recibida, de lo mamado en el hogar de cada uno.
Lo que nunca imaginé fue lo lapidario del diagnóstico del médico al que fui para ver "si estaba todo bien" antes de casarnos. No, no estaba todo bien, de hecho estaba todo mal. "y...es muy difícil que logres un embarazo". Imaginate, planeando tu boda, con el hombre más maravilloso que existe para mí, imaginando un casa con chicos a los que jamás los haría pasar por las ridiculeces que mis padres me habían hecho pasar a mí. A la salida del consultorio, absolutamente devastada, fui a clases en la facultad. Mi novio me fue a buscar: No, no nos vamos a casar. Ahora mismo suspendemos todo. Esas fueron mis palabras, que salieron a borbotones, sin control. Dios, lloro mientras escribo.
Mi marido, que calculo que no recordará esta escena, mucho más tranquilo, mejor plantado frente a la vida en general, me dijo, palabras más, palabras menos, Sole, yo te quiero a vos. Nos casemos igual. Después vemos. Hay otras posibilidades.
y así fue. Nos casamos, pasamos un año fantástico, mientras yo terminaba mi carrera universitaria - "para que mis hijos puedan al menos decir mi mamá es contadora"- , solía decir, casi olvidada de aquel horrible diagnóstico.
También llegó el momento en que nos preguntamos, y? por qué no quedo embarazada? y a continuación llegó la peregrinación por médicos de todos los colores, ni una certeza.
No hace falta relatar la ansiedad, las expectativas, la desazón, las esperanzas y la vida que te pasa por el costado. Recuerdo algunos tests positivos, que terminaban en una pérdida... y el dolor lacerante de cada menstruación, dolor físico, pero sobre todo dolor del alma, quien ha pasado por esto lo puede imaginar, le recordará su propio dolor.
El dolor más grande es el de no sentirte útil, es aquel dolor de la impotencia, y sentís que todo es una gran injusticia, sobre todo cuando ves chicos en la calle, chicos maltratados, chicos abandonados y te preguntás POR QUÉ ?? Por qué yo no puedo? Qué hice mal ? Qué hice para merecer este castigo? Y te sentís una mierda porque te duele, te duele como mil aceros afilados traspasándote. Ver una mina con panza caminando, u otra empujando un cochecito con un precioso bebé adentro, es otro puñal clavado en el alma. Y te sentís una infeliz, una nada.
Y empezás a odiar a la gente, a los otros que pudieron y pueden y vos no ! Es horrible. Pero por otro lado, maravillosamente te rearmás, y seguís adelante y seguís buscando, porque en el fondo nunca perdiste la esperanza porque lo que tenés adentro es la necesidad de ser mamá, y puede parecer una obsesión y no, no lo es. No es una obsesión, es el instinto. Es amor.
Ya saben que mi historia tiene un final feliz, tres finales felices y eso me gustaría poder regalarle a una amiga mañana. Y sabés qué? NO PUEDO, no le puedo regalar mi final feliz y tampoco le puedo regalar la esperanza de un final feliz.
Estoy destrozada.